La primera forma y la más cómoda es la restauración sólo para exhibición, del cual sólo se
toman detalles de la parte externa del auto, dejando de lado los internos. Normalmente éstos
modelos van hacia museos o simplemente para la colección personal.
La segunda, es para el mismo uso diario: la gran mayoría de restauradores siguen esta vía, ya
que el común de la gente quiere manejar los autos que han rescatado. E incluso se restauran
autos para fines empresariales: algunas reliquias pasan a ser carrozas para matrimonio o para
diversos eventos públicos. Para que el auto funcione como en sus buenas épocas, se necesita de
una inversión mayor para que la mecánica funcione y la carrocería sea lo más óptima posible en
cuanto al cuidado.
La tercera, y la más costosa, es la restauración para la competición. Aquí todos los componentes
debe ser 100% originales, desde el motor hasta las calcomanías. Existen varios eventos que reúnen a los
principales restauradores del mundo para exhibir sus bellezas ante un exigente jurado, es obvio
decir que el auto debe de haber quedado como si recién hubiera salido de la fábrica, incluso
algunas de estas reliquias pueden estar valorizadas en varios millones de dólares.
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