La Habana
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Lo primero que sorprende a cualquier extranjero que visite la isla, es la impresionante cantidad
de autos antiguos, de los cuales son muchos clásicos, que circulan por las pistas. Casi todos
los modelos tienen procedencia norteamericana, que paradójicamente, es la principal responsable
de tan curiosa situación.
Cuando en 1959 Fidel Castro tomó el poder a la fuerza, el gobierno norteamericano ejerció una
gran presión para que el dictador deje el poder, llegando a la decisión extrema de bloquear
económica y comercialmente a Cuba. Aunque el pueblo supo mantenerse en pie, y a pesar de que
pudo desarrollarse en muchos otros aspectos, el parque automotor simplemente se detuvo en el
tiempo ante la inviabilidad de adquirir modelos nuevos.
Es por eso que son pocos los autos que conservan sus partes originales. De hecho, son pocos los
que pueden decirse estar en adecuadas condiciones de mantenimiento porque hasta un Cadillac
puede servir como taxi. Pero la labor de mantener sus medios de transporte que para otros son
verdaderas joyas motrices ha convertido a muchos cubanos en unos apasionados de la restauración,
o cuando menos, en empíricos mecánicos.
Chevrolet 1951
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El problema de los respuestos para un país bloqueado por una superpotencia es grande, y si son
repuestos para autos antiguos resulta casi una tragedia. Al no existir repuestos ni planos
originales muchos mecánicos apelan al ingenio para solucionar los problemas que se presenten.
Para mayor comodidad, aunque en desmedro de la originalidad, muchos propietarios adaptaron
a sus coches motores Perkins de gas-oil, con lo que abaratan los costos comparado con el gasto
de mantener a un tragón V8. Para muchos, el modelo más sencillo de mantener es el Chevrolet de
1951, ya que se cuenta que los rusos (que tenían una estrecha relación con Fidel por razones
obvias) construyeron un motor de características similares, por lo que conseguir piezas de
recambio para el modelo norteamericano sólo basta reemplazarle por el del motor ruso. Sobre la
carrocería, no son muy comunes los arreglos por accidentes, ya que al responsable se le castiga
mandándolo a prisión.
A pesar de las dificultades que pasan los cubanos para mantener sus autos, su única propiedad,
no escatiman esfuerzos para mostrar con orgullo al mundo
sus obras de arte moderno. Por toda Cuba, y especialmente en las zonas marginales, se pueden
encontrar autos clásicos en un estado envidiable. La valoración de estos autos es mayor al de
otros países porque detrás de éstos existe toda una historia familiar enriquecida cuando menos
desde hace 40 años. Parte de la historia de Cuba está puesta sobre sus autos. Cuba, en
definitiva, es un museo rodante.
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