Cadillac, el automóvil de lujo norteamericano por naturaleza, contraviene a su autenticidad al
haber escogido su nombre.
Logo de Cadillac
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Un auto líder que dio cátedra sobre los gustos y exigencias del americano común y ostentoso a la
vez, tuvo que recurrir a un legionario francés, que justamente fundara la ciudad de Detroit en
1701, dominando a los indios apaches norteamericanos. El oficial del ejército francés Antoine De
La Mothe Cadillac, de cuya reputación y pasado siempre estuvo en tela de juicio desde sus épocas
de cadete, se había ganado el temor de sus adversarios, por sus arriesgadas maniobras militares.
Al volver el legionario a su pais natal, Francia, fue condecorado por el rey Luis XVI,
otorgándole diversos privilegios que eran comunes para un héroe en los campos de batalla. Tuvo
el derecho a un escudo de armas propio, lo cual llevó orgulloso hasta el dia de su muerte (el
escudo era su retrato de perfil).
En 1902, William Murphy, le puso Cadillac a la nueva empresa de automóviles que había formado.
Definitivamente buscaba un nombre que le diera personalidad, y Cadillac era un nombre que
cumplía con esa características, ostentando de paso el honor de tener para sus autos un
verdadero escudo de armas de la antigua aristocracia. Tal vez Murphy no haya tomado en cuenta la
reputación del oficial francés, pero de eso pocos se darán cuenta, y la verdad es que tuvo toda
la razón: su empresa fue todo un éxito.
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