Uno de los mejores autos norteamericanos de las décadas del cincuenta y sesenta fue el Chevrolet
Impala. La versión hecha en 1959 presenta un diseño más parecido al de un avión; con dos
enormes alas en la parte trasera, aunque la aerodinámica parte de la zona delantera. El diseño
futurista también se refleja en el interior, con sus paneles de instrumentos de forma circular.
Para muchos, este auto sirvió como inspiración al famoso Batimóvil de los sesenta, y esto no
deja de tener sentido porque sus formas son muy parecidas. El Impala tiene un motor de seis
cilindros en línea y casi 7 litros de cilindrada, con la potencia suficiente para mover las dos
toneladas de peso del conjunto.
Fue tal su éxito que hasta en nuestros días el Impala (con toda la tecnología actual) permanece
en la industria automotriz.